El momento en el que empezaos a buscar una primera vivienda siempre es especial, ¿verdad? Muchas de las personas que os disponéis a leer este artículo lo sabéis a la perfección a estas alturas de la vida. Se trata de una etapa de la vida que se abre y que se coge con mucha ilusión. Por fin vamos a disponer de un espacio que es nuestro, de un hogar que vamos a poder organizar como queramos, dejando de lado las limitaciones que nos plantea una fórmula como la del alquiler. Y eso, por supuesto, nos ilusiona y permite que veamos la vida con otros ojos.
Lo primero en lo que solemos pensar en una situación así tiene que ver de manera directa con el hecho de que, al pagar la cuota de la hipoteca cada mes, lo que estamos pagando «no cae en saco roto», que es la sensación que se tiene con el alquiler. Y esa es una muy buena manera de empezar, para qué nos vamos a engañar. Lo segundo en lo que pensamos está relacionado con la manera que vamos a emplear para decorar el lugar. Porque, ahora sí, tenemos una capacidad de decisión plena para ello y hay que aprovecharla para hacer de nuestro hogar nuestro espacio preferido en el mundo.
La verdad es que eso nos ilusiona de lo lindo. Empiezan a aparecer preguntas en nuestra mente del estilo: «¿Ese mueble es mejor colocarlo aquí o en aquel otro rincón?», «¿Cómo puedo sacarle más partido a esta habitación?» o «¿Cómo puedo hacer que esta estancia sea más cómoda para mí y para mi familia?». De las respuestas a estas preguntas van a depender las acciones que más tarde implementemos. Por tanto, debemos valorar la situación detenidamente y procurar pensar tanto en el presente como en el futuro. Ahí radica el éxito de un proyecto como el que estamos comentando y que, si no habéis tenido todavía entre manos, lo tendréis en el futuro.
Es probable que una de las cosas que tengáis en la mente en relación a este asunto sea el precio. Hay algunas estadísticas resulta clave destacar antes de enfrentarnos a una materia como esta para conocer cómo está el tema y que os vamos a compartir a continuación. Y es que, según una noticia que publicó el portal web de Fotocasa, el 80% de los españoles gasta menos de 1.000 euros al año en decoración. Por tanto, no os agobiéis. Si gastáis menos de esa cantidad, estaréis en la media. Y si gastáis más, por regla general no tendréis que volver a invertir en decoración hasta pasados unos años. Hay que poner cada cosa en su contexto.
También resulta evidente que os preguntaréis en qué cosas debéis invertir y qué os podéis ahorrar al decorar vuestra vivienda. Una información que vio la luz en la página web de la revista Hola ofrece una guía definitiva para eso y alerta de que las prisas, en lo que tiene que ver con la decoración de un hogar, son malas consejeras. Además, también se comunica que es el salón la estancia en la que más dinero se nos va a ir. Por tanto, ya estamos alertados si queremos confiar en soluciones de primera calidad para presupuestos ajustados.
Cuando vamos entrando en materia, vamos descubriendo qué es lo que nos interesa y lo que más nos conviene. Normalmente, solemos prestar mucha atención a los colores, a las texturas, a los materiales con los que se fabrican los muebles… No cabe la menor duda de que es algo perfectamente lógico y son cuestiones que van a tener una incidencia directa en el éxito que podamos adquirir a la hora de conseguir la vivienda que queramos, en la que nos vayamos a sentir perfectamente cómodos y protegidos ante la rutina diaria.
La porcelana, el bronce o la cerámica no puede faltar
Hay objetos en los que debemos tener puesta siempre la mirada a la hora de decorar. Las figuritas son siempre una buena elección porque le aportan un toque de elegancia a la vivienda. Las más habituales son las de porcelana, bronce o cerámica. En Artestilo tienen claro que, a día de hoy, las posibilidades son muchas más que en cualquier otro momento anterior. Y no solo por la variedad de elementos que se pueden trabajar a día de hoy, sino también porque se pueden adaptar a viviendas de todo tipo, lo que permite que siempre haya una opción para cada persona o familia.
Eso ofrece la posibilidad de que todo el mundo decore su casa con las figuras que más desea. Y eso, de alguna manera, contribuye a que tengamos muchas más opciones para conseguir que nuestra vivienda se adapte a lo que queremos. Este ha sido uno de los problemas más grandes que tenemos a la hora de construir un hogar y la verdad es que no es para menos. Cuando tenemos una vivienda o un piso en el que la decoración se ajusta a lo que siempre nos ha gustado, hay más opciones de ser felices en su interior.
Cuando tenemos un hogar en el que tenemos aquello que queremos y en el que la decoración se ajusta a lo que nos gusta, es un verdadero placer abrir la puerta de entrada y sentirnos protegidos, resguardados de la vida rutinaria en el trabajo y del estrés que eso nos supone. Por desgracia, eso no siempre es así en la actualidad, ni en España ni en ningún otro lado. Normalmente, cuando volvemos a casa después de un día de trabajo, raramente podemos desconectar porque no hemos apostado por una decoración que sea de especial interés para nosotros.
El resguardo psicológico que necesitamos
Por tanto, nuestra vivienda podría ser considerada como el resguardo psicológico que necesitamos para enfrentarnos con toda nuestra energía a la realidad diaria. Ya sabéis que enfermedades de corte mental como lo son la ansiedad, el estrés o la depresión están a la orden del día y que cada vez son más las personas que las padecen. Las consecuencias de estos problemas son muy graves y debemos tener el cuidado más grande posible para tratar de no padecerlas. Disponer de una vivienda en la que no estamos cómodos, en la que nos sintamos atrapados o en la que no podamos cambiar ese chip con el que venimos del trabajo puede ser una de las causas para padecer esos problemas.
Pero cuando una casa responde a todo lo que queremos se abre una infinidad de posibilidades para ser felices. Está claro que hay muchas cosas que nos pueden ayudar a eso y ya os hemos hablado de la decoración, que es una herramienta clave para conseguir ese objetivo. Tenemos en nuestra mano ponerla de nuestro lado y ojalá que así pueda ser en los casos que tienen que ver con todas las personas que os encontráis leyendo estas líneas. Hay que ser muy conscientes de lo que os estamos diciendo porque todavía hay quien considera que la vivienda y lo que contiene la misma no tiene nada que ver a la hora de conseguir un buen estado de salud mental.
La verdad es que tenemos motivos de sobra para quejarnos en lo que tiene que ver con la vivienda. Como seguro que sabéis, estamos viviendo una especie de crisis en este sentido porque el precio tanto del alquiler como de la compra de una vivienda está por las nubes, siendo mucho más alto ahora que en cualquier otro momento anterior. Eso dificulta, por un lado, que los y las jóvenes se independicen y, por otro, que las personas que lo logren se queden con menos dinero en el bolsillo para, entre otras cosas, conseguir decorar su casa como están deseando. Esto no puede seguir así. Los precios de las viviendas se deben regular.
Si sigue siendo difícil acceder a ese resguardo psicológico del que estamos hablando, a esa vivienda propia y decorada como queremos, también va a ser complicado que tengamos la oportunidad de ser felices. Ojalá que la situación cambie en un futuro porque se está volviendo insostenible para muchas personas que desean tener un hogar y adecentarlo de una manera en la que se sientan cómodas. Si acceder a un hogar, que es la pieza angular de toda vida que se precie, es complicado, ¿qué nos podemos esperar del futuro? Casi con total seguridad que nada bueno.
Con independencia de que seamos más o menos hogareños, pasamos una cantidad de tiempo importante en casa y tenemos la obligación de hacer que nuestra vivienda sea lo mejor posible tanto para nosotros como para el resto de personas que viven a nuestro lado. Esa es la mejor manera de empezar a construir la felicidad, una felicidad que también va a depender de otras cosas, por supuesto, pero que requiere que estemos muy pendientes de cosas como de las que hemos hablado a lo largo de estos párrafos. En nuestra mano está hacerlo, así que manos a la obra.