-
Los abogados conocen plenamente y dominan el derecho aplicable a su asunto
Cuando el cliente accede al abogado da por hecho que el profesional cuenta con los conocimientos técnicos necesarios para resolver su asunto, sea cual sea la especialidad a la que corresponda la materia controvertida. Sin embargo, TuAppbogado.com, profesionales especialistas en Derecho, resaltan que al momento de buscar un abogado debes tener en cuenta que estos, si bien conocen el Derecho, realizan un constante proceso de estudio y actualización en áreas muy específicas, por lo que resulta prácticamente imposible disponer de todo el conocimiento técnico que el cliente presume.
2. Los abogados, al conocer el Derecho, no realizan un trabajo concienzudo de estudio y preparación de los asuntos
Consecuencia de la percepción anterior, los clientes desconocen el ingente esfuerzo que desarrolla todo abogado para asistir y defender a sus clientes, dando por hecho que los conocimientos adquiridos durante sus estudios universitarios y su ingenio serán suficientes para resolver el encargo.
3. Los abogados son muy caros
Consecuencia de la intangibilidad de sus servicios y de la falta tradicional de transparencia en materia de honorarios, existe una creencia muy difundida sobre la onerosidad de la retribución del gremio. Pero la verdad es que hay que evaluar si el precio es demasiado elevado, si es el precio justo o si es un precio tan barato que levanta dudas.
4. Los abogados no deben cobrar la primer consulta
Muchos abogados ofrecen consultas gratis, pero luego embarcan al cliente necesariamente en un juicio donde sí puedan cobrar. Los abogados que cobran dicha consulta brindan asesoramiento y no necesariamente procuran iniciar juicios. Ese asesoramiento que brindan, a través del cual se puede resolver un conflicto, prevenir otro o diseñar una estrategia, “es trabajo” y es producto de años de estudio y experiencia y como tal debe ser recompensado.
5. Los abogados se deben identificar con las emociones del cliente
En numerosas ocasiones, los clientes consideran que el abogado debe sentir lo mismo que el cliente, pues así realizará una defensa más eficaz. De esta forma, identificándose con las emociones del cliente, el abogado será su proyección, solo que dotado de las habilidades legales necesarias para lograr el resultado deseado por aquel.
Esta creencia es precisamente la que motiva que el cliente vea con malos ojos las relaciones de compañerismo y cortesía entre los abogados adversos.
Aunque un abogado se congracie con tu causa, debe mantenerse objetivo y enfocado en la estrategia de defensa, en vez de dejarse nublar por sentimentalismos.
6. Si el abogado gana el juicio es mérito del cliente, si lo pierde es culpa del abogado
Esta creencia parte de la base de otra también errónea, cual es que el cliente siempre tiene razón en la controversia que motiva el encargo a su abogado, desconociendo los factores internos del caso (la posible debilidad o fortaleza del mismo) y externos, concretados en la intervención de terceros que van a influir en la decisión final de su asunto (el abogado adverso, los testigos, peritos y, por supuesto, la decisión final del juez).
7. Si el juicio no camina, el abogado se vendió
Si el abogado va a tomar un café con el otro abogado, se vendió. Si conversan sonrientemente, el abogado es flojo, si van a otra habitación a conversar con el otro abogado, también hay posibilidad de que se este vendiendo. Si el otro abogado grita en la audiencia o mediación, entonces es un buen profesional…Si el expediente está demorado en el juzgado, la otra parte le pagó al juez “porque tiene muchos contactos”…Debemos confiar en la lealtad de la persona a la que contratamos para defendernos y dejar de ver traiciones en todos los rincones del juzgado.
8. Si el mediador es privado, seguro que está arreglado con la parte que lo propuso
Esto no es así. La mediación puede ser pública (por sorteo en tribunales) o privada (por propuesta de 8 mediadores distintos), pero en todos los casos el mediador tiene obligación de ser neutral y en caso de no serlo puede ser denunciado ante el Ministerio de Justicia de la Nación, que es quien regula su matrícula. El mediador privado muchas veces se elije porque uno sabe que “trabaja bien” y porque “de antemano sabemos que el domicilio estará cercano a la zona de tribunales”, cosa que al sortear un mediador no sabemos a qué rincón lejano de la gran ciudad tendremos que ir con nuestros clientes.
9. Un abogado joven ante un abogado veterano es derrota segura
A la hora de comparar a los defensores, el cliente se dejará llevar por la idea, no exenta de certeza, de que la veteranía es un grado y el talento, imaginación y picardía que da la experiencia inclinarán la balanza a favor del abogado más experto.
No obstante, el cliente no sólo desconoce que el perfil del asunto encargado es clave para determinar el resultado, sino que el talento y especialmente la dedicación del joven abogado al estudio y preparación del caso pueden ser definitivos en sala, pues si bien el abogado experto nace con la experiencia acumulada, el amor, la pasión y la entrega a la profesión del abogado novel puede anticipar esta veteranía.
10. La valía de un abogado no se mide por sus contactos
Pensamos que si el abogado dice que conoce a alguien dentro del ministerio, la jubilación saldrá antes, si come con su amigo juez, el expediente saldrá antes, si tiene un amigo o conocido diputado, también saldrá antes, y en definitiva esta “relacionado”, y que será mejor abogado que quién no tenga conocidos importantes, cuando esto, muchas veces es inventiva individual del profesional, justamente porque sabe lo que pesa esto para el cliente.
11. Los Estudios grandes son mejores que los unipersonales
Si bien hay grandes Estudios integrados por prestigiosos colegas, ir a ellos no es garantía de tener mejor atención, ya que los titulares de los grandes estudios tienen trabajando cantidad de abogados jr. que son quiénes efectivamente llevan el caso, aunque firme la demanda un abogado famoso.