Si sales a la calle, podrás escuchar conversaciones reiterativas de que el mundo evoluciona. Normalmente hablamos de las máquinas, de las personas y de sus sentimientos, de cómo todo lo que conocíamos deja paso a cosas nuevas que reemplazan todo lo que habíamos conocido… Pero hay ocasiones en las que, por suerte, ocurre lo contrario. Hay ocasiones en las que algo pasado retoma una fuerza increíble y vuelve a ocupar nuestras vidas de nuevo. Y es en esas ocasiones donde empezamos a valorar ciertas cosas que antes se hacían y que ahora, por herramientas más buenas, se han dejado de elaborar.
Ese es el caso de los retratos hechos a mano: la pintura a través de la historia
Los retratos llevan existiendo desde que aparecieron los primeros artistas. Basta con echar un vistazo a la historia para comprobar de qué te estamos hablando: Da Vinci, el Bosco, Gaudí… Pero, ¿de verdad solo conocemos la pintura gracias a estos famosísimos hombres que hicieron historia? La respuesta es simple: NO.
¿Cómo empezaron los primeros “retratos”? Hagamos un poco de historia, que a todos nos gusta saber cómo se llegó a lo que tenemos ahora. A mí me da mucha curiosidad.
La realidad es que los primeros retratos no eran retratos de rostros de personas, eran retratos de situaciones que se vivían día a día. Las primeras pinturas que se conservan son de la prehistoria, y creo que todos las conocemos muy bien, porque todos nosotros las hemos estudiado en el colegio alguna vez. Todos hemos visto alguna vez esas pinturas en las cuevas de hombres con lanzas cazando mamuts, y, si ahora sabemos cómo vivían en la prehistoria, son por dos únicas razones: los restos que nos dejaron (vasijas, puntas de flecha, huesos…), así como por las pinturas rupestres encontradas en yacimientos arqueológicos prehistóricos.
Este tipo de pintura evolucionó y, con la entrada de la edad antigua, el arte pasa a ser, además de la pintura, la escultura. Y las pinturas y esculturas pasan a estar dedicadas a los dioses y a las batallas. En este periodo entran las pirámides egipcias. Como veis, el arte rupestre pasa a ser dedicado a las deidades y a las batallas.
En la edad media pasa a ser diferente. La religión cristiana tuvo un importante auge en este periodo de la historia, y el arte se centra, especialmente, en este sector. No hemos de olvidar que los reyes eran elegidos por mandato divino, así que no es difícil encontrar grandes retratos a reyes, cuadros de temas religiosos, esculturas y arquitectura puramente religiosa… Por supuesto, a Dios, a Jesús y a la religión católica, que era, por así decirlo, la que mandaba en esa época. Pero aquí ya empiezan a aparecer los retratos como presentes a las princesas y a los grandes reyes, duques y personas de dinero.
El arte no deja de crecer y de diversificarse en la edad moderna y contemporánea, y empiezan a aparecer grandes artistas de renombre: Leonardo Da Vinci, Miguel Ángel, Picasso, Velázquez, Goya, Caravaggio, Monet… entre otros grandes nombres de increíbles artistas que, literalmente, hicieron historia.
No es necesario que os haga un repaso por absolutamente toda la historia para explicar cómo estos artistas dejaron una huella en nuestro mundo. Los retratos artísticos han invadido a la humanidad desde que el arte empezó a utilizarse, y no es raro descubrir que muchas personas importantes en la historia de la humanidad ha recibido, alguna vez en su vida, un retrato a mano como obsequio.
Sin embargo, el arte no es algo que tenga tanto valor hoy día… sobre todo en las nuevas generaciones
El arte es algo que todos atesoramos. Los museos están repletos de valiosísimos cuadros y esculturas de incalculable valor realizados por talentísimos artistas, y cada día son visitados por cientos de curiosos del arte, turistas y estudiosos del tema, ya sean historiadores o los próximos artistas que desean hacer historia.
A pesar de ello, muy pocos de nosotros valoramos el arte como realmente se merece. No, no me refiero a estas joyas que nos dejaron en su día estos hombres y mujeres. Me refiero al trabajo artístico, a esos trabajos que nos acompañan hoy día descendientes de estos pintores… y que apenas se les da el valor que se merecen.
Algunos pintores de hoy día, aunque no son conocidos, se ganan la vida dibujando retratos a otras personas para venderlos como regalo, pero este tipo de oficio está en decadencia porque el ser humano prefiere recibir otro tipo de regalos: tecnología, ropa, comida, coches, lujos… Pensemos con sinceridad: ¿cuántos de nosotros hemos regalado alguna vez un retrato a otra persona? Soy sincera: yo nunca lo he hecho.
Sin embargo, a todos nos encanta ver cómo estos artistas crean sus obras de arte. ¿Nunca te has quedado embelesado observando a un dibujante hacer un cuadro en YouTube a cámara rápida? ¡Yo sí lo hago, me resulta hipnótico!
A todos nos encantaría recibir un retrato nuestro… pero no muchos de nosotros estamos dispuestos a pagar lo que realmente vale. Si fuésemos conscientes del arduo trabajo que conllevan estos trabajos, si los hiciésemos nosotros… entonces comprenderíamos por qué las personas los cobran como los cobran.
¿Sabes que la Inteligencia Artificial ya es capaz de hacer dibujos y de escribir?
La Inteligencia Artificial (IA) es una máquina creada por el hombre, al que este ha tratado de darle “un cerebro” para que sea capaz de hacer lo mismo que nosotros: usar el razonamiento, la creatividad, el aprendizaje, planificar cosas… Estas cualidades humanas no pueden (o, hasta hace poco, no podían) ser reproducidas por máquinas. Pero el ser humano ha estudiado e indagado muchísimo en el tema, y ahora es una realidad que cualquiera puede probar por sí mismo en cierto tipo de webs gratuitas.
Esto, en cambio, crea un conflicto moral muy fuerte para cierto tipo de personas que nos ganamos la vida con la creatividad.
Todos estamos de acuerdo en que las máquinas han quitado trabajo en muchos sectores, y esto nos cabrea a todos porque estamos perdiendo trabajos por ello: el sector agrícola, el sector de las fábricas, la automoción… Es una realidad que todos nos sentimos furiosos cuando las máquinas nos desplazan y se hacen con el control de cosas por las que, hasta hace realmente poco, recibíamos una retribución económica.
El IA ya es capaz, incluso, de realizar un dibujo o un texto con escribirles una sola frase descriptiva. Pero no solo eso. Yo soy escritora y sigo muchos grupos de Facebook. Hace poco, un integrante de esos grupos compartió un texto narrativo que una web IA había realizado con transcribirle un pequeño resumen. Es decir, la IA es capaz de usar la facultad humana de la creatividad para realizar pinturas y textos que, hasta hacía muy poco tiempo, lo hacían los humanos.
Esto crea a los artistas como un conflicto horroroso: si las máquinas ahora pueden hacer lo que yo hago… ¿cuánto tiempo tardarán en sustituirme por la web de IA que haga el trabajo que yo estoy haciendo? ¡Es horroroso pensar que una máquina pueda tener una capacidad tan enorme que, con una sola frase escrita, pueda realizar el trabajo que yo tardo horas en poder hacer a base de estudios y concentración!
¿En qué lugar nos deja esto a nosotros? Si ya absolutamente todo lo realizan las máquinas por nosotros (incluso los trabajos agrarios, las construcciones y, ahora, el arte), ¿qué será lo que tengamos que hacer nosotros en unos años? ¿Tendremos algo para hacer, o seremos sustituidos completamente por las máquinas?
Hay que defender el trabajo artístico
Eugeni Cabiró nos explica que, aunque la inteligencia artificial se haya superpuesto al trabajo humano y sea capaz de realizar en dos segundos lo que a artistas como él le supone horas e, incluso, días, existe algo que las máquinas y la inteligencia artificial jamás podrán sustituir: el amor que ellos transmiten a cada uno de sus retratos.
Y la realidad es que tiene razón. Una máquina podrá pintar una maravillosa obra de arte en dos segundos… pero Leonardo Da Vinci tardó toda su vida en perfeccionar La Gioconda porque, según cuentan, necesitaba encontrar la sonrisa perfecta para ella. Tal vez la inteligencia emocional sea capaz de pintar verdaderas obras de arte… pero solo Leonardo Da Vinci tendría la santa paciencia de llevarse años perfeccionando su cuadro para intentar plasmar lo que su corazón (y su alma) le pedían a gritos: esa sonrisa misteriosa que solo él sabe de dónde sale.
Los humanos podemos darle corazón a todo cuanto creemos. La Inteligencia Artificial solo seguirá nuestros patrones.
Y el arte no nació de una máquina… nació del corazón.
Retomemos el regalar retratos hechos por personas
¿No tenemos ya demasiado de todo? Coches, televisores, bicicletas, móviles… Realmente, si te paras a pensar con lógica, tienes todo cuanto necesitas, ¡y más!
Pero lo que no tienes es ese retrato hecho por una persona que le ha puesto todo su corazón en dibujarte. Lo que no tienes es el trabajo realizado por un artista que te mire a través de sus ojos y que te dibuje con el pincel del corazón.
Retomemos el buen gusto de regalar arte, de regalar creatividad… de regalar amor.
Porque las máquinas ya nos han quitado demasiado.