Parece que en los últimos años se ha puesto de moda la palabra DIY (Do it yourself) o traducido al español HTM (Hazlo tú mismo). Sin embargo, es curioso observar cómo estos términos tienen toda una cultura detrás, que se ha diluido un poco a través del tiempo, y que no termina de ser exactamente lo que nos ha llegado a nosotras.
Originariamente la cultura DIY surge de un importante movimiento social ligado al anticapitalismo que rechaza tener que comprar todo lo que uno desea o necesita. Promueve que cada uno realice sus propias cosas y que en consecuencia pueda ahorrar dinero. Se podía extrapolar a cualquier ámbito de la vida cotidiana, entre ellas la artesanía y las manualidades, que son las que nos han llegado a nosotras, pero también hacía referencia a la realización de tareas, reparaciones, fabricación casera de ropa…
Todos los movimientos tienen su evolución, y éste, del DIY no iba a ser menos. A nuestras manos llegó para cubrir la parcela del ocio y el tiempo libre, en la que la artesanía ha sufrido un auge imparable. Sin embargo, esta filosofía también está muy relacionada con conceptos como “sostenibilidad” o “zero-waste”, muy de moda últimamente, y que enlaza de nuevo, con las raíces del movimiento original.
Ventajas
Las ventajas de practicar DIY son múltiples. Como hemos dicho antes, intentar aprovechar las cosas que tenemos por casa y sacarles partido, reduce el consumo, apoyando la gestión óptima de lo que desechamos y que, en realidad, se puede aprovechar o reciclar. Vivir de manera sostenible y consumir de modo responsable nos permite reducir al máximo los residuos que generamos en nuestra casa. Por ejemplo, podríamos usar los botes de vidrio en los que vienen los alimentos, como bote para los cepillos de dientes, o para ir a comprar a granel legumbres…Otra idea es aprovechar las latas de conserva grandes como maceteros. Se trata de ofrecerles una segunda vida.
Además, también podemos encontrar beneficios en relación a nuestro bienestar. El tiempo que dedicas a hacer todo este tipo de manualidades es tiempo que te dedicas a ti, a realizar una tarea con la que disfrutas y que te aporta satisfacción, durante el proceso y una vez compruebas el resultado.
Por último, cada una de estas piezas son únicas, lo que le otorga un valor añadido en un mundo en el que casi todo se fabrica en masa.
DIY en casa
Personalizar la decoración nuestra casa con piezas creadas por nosotras mismas le aporta nuestro toque personal a cada estancia.
En la cocina, uno de los cambios que más efecto pueden tener es cambiar el aspecto de las puertas de los armarios. Podemos forrarlos con vinilo o darles un nuevo color con pintura. Creo que se pueden conseguir muy buenos resultados con pintura y, además, es un buen momento para probar cuánto cambiaría usando chalk Paint: pintura natural sin acrílicos que proviene de la tiza. La ventaja que le encuentro es que se puede aplicar sin necesidad de lijar los muebles previamente. Así que, te ahorras una gran cantidad de trabajo, siempre y cuando compres una buena marca que te ofrezca una buena cobertura y una textura adecuada. Al ponerse de moda muchas marcas utilizan “Chalk Paint” en sus botes como reclamo, por eso hemos de asegurarnos de que la concentración de este material sea la adecuada para lo que queremos trabajar.
Después de haber desmontado puertas, cajones y tiradores, el siguiente paso es limpiar a fondo. Ya que no vamos a lijar es importante que todas las superficies estén libres de cualquier resto de grasa o suciedad. Una vez bien seco, empezaremos a aplicar la primera capa de imprimación. Es recomendable hacerlo con un rodillo sintético y de poro 0, para que quede lo más liso posible. Habrá zonas que no podremos pintar a rodillo y necesitaremos la brocha. Es mucho más complicado que quede bien, por eso ir sin prisas es imprescindible.
Una vez seco el “primer”, podemos empezar a dar las capas de pintura necesarias, que dependerán en mayor medida, del color de base de nuestros muebles. Muy importante: hay que respetar los tiempos de secado entre capas, indicados por el fabricante en el bote, por muchas ganas que tengamos de seguir. Paciencia y podrás disfrutar de un gran resultado.
En la habitación de matrimonio podemos atrevernos con un dos en uno: fabricar un cabecero y una pared decorada con lamas desgastadas, que le aportarán calidez y encanto a la habitación. Dependiendo del presupuesto y del tiempo que quieras invertir, podemos colocar tablas de tarima en horizontal, sólo enmarcando la cama a modo de cabecero o cubriendo toda la pared del frente, creando un fondo dinámico de estilo rústico, muy de moda.
Instalar las lamas es muy sencillo: se trata de ir encajando unas con otras como si se tratase de un rompecabezas, uniendo las ranuras y las lengüetas que tienen en los laterales, entre sí. Si elegimos tablas de PVC, además de que pesarán muy poco, lo que las hace ideales para este proyecto, nos resultarán muy fáciles de cortar, para adaptarlas a las dimensiones de la pared.
Podemos personalizar nuestro salón con tapices de macramé. Sí, son las manualidades clásicas de toda la vida, pero que han vuelto y están de total actualidad. Son un buen elemento para decorar las paredes de nuestra casa y aportarles color, calidez y textura.
El macramé tiene más de 50 nudos, algunos básicos y otros avanzados, que se combinan entre sí formando tramas muy variadas. A diferencia del ganchillo, se trabaja con las manos, no con agujas. El hilo sisal o yute es el tradicional junto con otras fibras naturales, pero el lino, el algodón, el cuero y los textiles, son materiales que también se usan hoy en día para trenzar. Investigando en webs como la de Cuerdas Valero, me he dado cuenta de la variedad de materiales que hay, lo que nos ofrece la posibilidad de llevar a cabo muchos proyectos: caminos de mesa, cortinas, tapices para paredes, alfombras, cojines, hamacas…¡todo es ponerse!
Para focalizar la atención en otros espacios de la casa, como en el recibidor, las zonas de paso o los baños podemos incluir pequeñas piezas o cambios en las que ya tenemos para conseguir otros efectos. La cestería, que está viviendo un nuevo boom hoy en día, es muy útil porque además de prácticos, los cestos aportan estilo a la casa. Los cojines, colchas a cestos de ganchillo en su versión XL también están de plena actualidad y son complementos decorativos que podemos hacer nosotras mismas en su totalidad. Otro clásico de la artesanía textil es el patchwork, técnica con la que podemos crear desde piezas pequeñas al principio a grandes colchas una vez nos sintamos más seguras. Muchos diseñadores han hecho honor a esta técnica en sus creaciones contemporáneas, poniéndola de nuevo en el candelero.
Customizar muebles sencillos, con pintura, papel o cualquier idea que se te ocurra. Hay cadenas que venden muebles para que los montes tú mismo, tan sencillos y baratos, que son como un lienzo en blanco para las mentes más creativas. Sólo tienes que pensar cuál es el estilo que quieres darle y ponerte manos a la obra.
El eco-deco es otra de las corrientes que se suman al DIY. Crear mini huertos urbanos en bolsas de fibra de yute, es una forma de unir, otra vez practicidad y decoración. Este tipo de bolsas se cuelgan en las paredes, cerca de las ventanas para que las plantas reciban la luz necesaria. Rodearnos de esta mini-naturaleza en casa nos aporta ese toque “verde” que tanto nos relaja y nos anima.
Hay infinidad de recursos para darle un toque personal a tu casa. Sólo tienes que ver qué es lo que mejor encaja contigo y el estilo que quieres darle. Además de invertir tu tiempo en algo que te gusta, disfrutarás cada vez que lo veas con el resultado, porque hoy en día hay pocas cosas únicas, y tu casa puede ser una de ellas.