Cuando pensamos en disfraces solemos asociarlos con fiesta, diversión y desenfreno. Sin embargo, no nos solemos parar a pensar en la psicología detrás de la máscara. De hecho, alguna vez te has preguntado: ¿Por qué el ser humano se disfraza? ¿Por qué disfruta haciéndolo?
David Pulido, psicólogo clínico experto en terapia de conducta, y Héctor Galván Flores, psicólogo clínico y sexólogo, explican que algunas de las razones son: para explorar los senderos de la identidad, la liberación de conductas reprimidas y la sexualidad.
¿De qué nos disfrazamos?
Según DisfrazArte, especialistas en disfraces, el público ha optado en los últimos años por meterse en la piel de Donald Trump, Kim Jong-un, alguno de los tantos personajes de Juego de Tronos y en el caso del público femenino, Wonder Woman, sin dejar muy atrás a ‘La Purga’, ‘Vis a Vis’ y ‘Mary Poppins’.
Así, la elección de los disfraces suele estar muy influida por la cultura popular y las modas de cada momento. Los estrenos de cine, las nuevas temporadas de las series más populares, los políticos polémicos o nuevas celebridades lanzadas al estrellato, son los favoritos del público en general y son los que inundarán calles y fiestas alrededor del mundo.
¿Por qué nos gusta disfrazarnos?
Lo primero, es que tiene que ver mucho con el hecho de que estos días de fiesta en los que solemos disfrazarnos, llegan para interrumpir la rutina del día a día, abriendo un espacio para romper con la monotonía en todos los aspectos:
“Disfrazarse es una forma de desinhibirse de la rutina y liberar tensiones, volviéndolo una experiencia placentera”
El que nos guste disfrazarnos, o no, depende de dos factores: los valores culturales y los comportamientos aprendidos:
“Cuando nos disfrazamos establecemos un marco de juego de irrealidad que está permitido y en donde, además, podemos llevar a cabo una serie de comportamientos sin ningún tipo de límite ni penalización”.
Normalmente, cuando nos disfrazamos lo hacemos dentro de un contexto como una fiesta de disfraces, un cumpleaños, una comparsa, etc., por lo que la situación se presta para dejar fluir nuestros comportamientos más picarescos sin tener que enfrentar “el que dirán.”
De hecho, en el caso contrario: “El rechazo hacia los disfraces es un comportamiento aprendido. Tiene que ver con nuestras experiencias previas y con la época del entorno”, señalan los experto.
¿Disfrazarse siempre es sano?
“Disfrazarse, desinhibirse y desconectar de la realidad siempre es bueno”
Solo cuando alguien que no forma parte de un grupo ni de un contexto cultural siente la necesidad de disfrazarse con mucha frecuencia y de manera compulsiva, es cuando se considera una señal de alerta. “Disfrazarse es muy saludable, pero depender de algo externo como un disfraz para poder comportarnos de forma natural, no lo es”, advierte Pulido.
En la misma línea, Héctor Galván reafirma los beneficios de disfrazarse, pero apoya que si traspasamos cierto límite se podría convertir en algo perjudicial para nuestra salud:
“El problema surge cuando se traslada el personaje o la fantasía al día a día, pretendiendo fingir ser alguien que no se es, poniendo en peligro la autenticidad y la esencia de la propia persona”,
Las máscaras de nuestra personalidad
Así mismo, los expertos señalan que no solo usamos máscaras cuando nos disfrazamos, sino también en nuestro día a día. Tanto en el trabajo como en nuestras relaciones interpersonales usamos “máscaras” que nos permiten interpretar un rol aceptable y que nos permite desenvolvernos con éxito dentro del mundo en el que vivimos. De hecho, las palabras ‘persona’ y ‘personalidad’ provienen del término griego ‘prósopon’ que significa ´máscara teatral’.
Por lo mismo, cuando se nos presenta la oportunidad de jugar a ser otros, lo encontramos fascinante y liberador: “Cuando conseguimos deshacernos de esa máscara impuesta (o autoimpuesta) por mandatos sociales, nos liberamos de la autocensura.” Nos entregamos a lo que en verdad somos, sin límites ni prejuicios.
Liberación de conductas reprimidas
Suele suceder que los disfraces que encontramos en el mercado son, en su mayoría, réplicas de los estereotipos y los roles de género establecidos: disfraces hipersexualizados para las mujeres y una segmentación en las profesiones, siendo difícil encontrar el disfraz del niño enfermero o la niña piloto, por mencionar alguno.
Pero, por ejemplo, en Carnavales, si es muy común presenciar la rotura de dichos estereotipos y ver a gente disfrazada del sexo opuesto, en el caso de los hombres disfrazados de mujeres, dando rienda suelta a lo que queremos jugar a ser, sin importar lo que esto sea.
“Los disfraces nos ayudan a poder reproducir aquellas conductas que nos apetecen y que normalmente están castigadas… Socialmente, se castiga que una mujer tenga una actitud fuerte y que un hombre tenga un comportamiento más suave.’
Incluso, la respuesta podría ser mucho más simple. “Disfrazarse de mujer es una opción divertida. Se trata de un disfraz sencillo de hacer que permite vacilar, seducir, poner humor y hacer expresiones corporales que de otra forma no haríamos”, señala Galván.
Los disfraces nos permiten jugar a ser quienes no somos, o mejor aún, quienes la sociedad nunca nos permitiría ser.
Disfraces, sexualidad e introspección
Entendiendo el disfraz como forma de expresión y liberación de conductas reprimidas, estos también sirven para explorar nuestra propia sexualidad. De hecho, incluir disfraces en nuestra vida sexual puede ser una herramienta muy útil para:
Experimentar un rol diferente
Supongamos que eres ama de casa u oficinista, pero cuando te disfrazas te puedes convertir en una policía, o hasta en la Mujer Maravilla, el limite es la imaginación y esta tendrá rienda suelta. De hecho, interpretar un papel o un rol puede ayudarte a sacar un lado más sensual del que te permites habitualmente. Con eso en mente, es probable que te liberes de los obstáculos que te impone la sociedad, la religión o la moral y puedas experimentar un lado de ti que había estado oculto.
Romper con la rutina
Una de las principales razones por las cuales las parejas no son felices es porque están aburridas de hacer siempre lo mismo, y eso incluye el sexo. Por ello, es necesario innovar de vez en cuando.
Una forma de hacerlo, es a través de los disfraces. Le agrega un toque de diversión y aventura el sorprender a tu pareja con un atuendo diferente, y jugando a ser alguien más, quizá incluso algún personaje ficticio con el que a veces suelen fantasear.
Reducir el estrés
Solemos pasar muchas horas en la oficina, haciendo la compra, preparando la cena, lidiando con los problemas económicos, etc., lo cual nos deja agotados y estresados al final del día.
En este caso, los disfraces te permiten divertirte con tu pareja mientras juegas a ser un personaje. Además, la sesión íntima que disfrutarán ayuda a liberar endorfinas; las hormonas responsables de mejorar nuestro humor, dejar de lado el estrés y no pensar en las situaciones adversas.
Generar confianza y complicidad
Estos dos ingredientes son claves dentro de una relación de pareja. Para fortalecerlos, una de las recomendaciones es utilizar disfraces en la intimidad , tanto si hace poco que están juntos como si llevan varios años de casados.
Esto porque superar la vergüenza y los temores juntos fortalecerá la relación, y no solo en cuanto al sexo se refiere. Cuando logran esa complicidad, se vuelven un dúo invencible.
Da rienda suelta a la fantasía
Todos tenemos fantasías sexuales o eróticas, y un buen plan para cumplirlas es usando disfraces. Por ejemplo se puede jugar al tradicional policía y al ladrón, variar un poco con el empresario y su secretaria, o hasta donde la imaginación los lleve, siempre y cuando todo sea bajo un mutuo acuerdo.
Además de usar la ropa específica, también pueden elaborar una especie de guion o trama para su historia. No hace falta que lo sepan de memoria, ni que sea algo muy elaborado; más bien es cuestión de meterse en la piel del personaje y dejarse llevar por la situación.
Despierta tu motivación y creatividad
Muchas veces, nos sentimos atascados en nuestros trabajos o proyectos sin que nos lleguen a la mente ideas nuevas, lo cual es angustiante y frustrante a nivel profesional y personal. Pero, incluso este juego sexual con tu pareja puede ayudarte con eso. Esto porque muchas veces el hacer algo nuevo y divertido es lo que necesitamos para despertar nuestra motivación y creatividad.
La psicología detrás de este fenómeno es que ya que al disfrazarse también debes tener cierta preparación: tienes que elegir el atuendo, armar el personaje, imaginar cómo será el encuentro… Cuando el cerebro está ocupado en otras cosas que no sean las obligaciones, se deja llevar y comienza a dejar fluir la imaginación.
Además, luego de esa sesión de sexo con disfraces, descansas lo suficiente como para despertarte más creativo y productivo gracias a las endorfinas liberadas.
“Disfrazarse tiene grandes beneficios, no sólo para nuestro bienestar emocional, porque liberamos aristas de nuestra personalidad que de otra forma permanecen reprimidas, sino también en el campo de la sexualidad, porque nos ayuda a conocernos más a nosotros mismos durante el proceso,”